Submitted by jorge on Mon, 16/04/2018 - 06:43
La historia es sencilla, en apariencia, aunque de complicada resolución moral y judicial en la realidad.
El 24 de mayo de 1985, una niña de 4 años, Ana Isabel Férnandez Sánchez, residente en el pueblo granadino de Huetor Santillán, apareció muerta en un pozo.
Al día siguiente del hallazgo, la Guardia Civil detiene a Enrique Sánchez, de 21 años y tío segundo de la niña.
Según su versión, se llevó a la menor a comprar golosinas y, en una huerta cercana, trato de violarla, acto que no pudo consumar por lo que intentó estrangularla, hecho que tampoco pudo rematar, motivo por el cual, proyectó a Ana Isabel de cabeza al pozo y tapó la entrada del mismo. La pequeña murió asfixiada entre el agua y el barro.
Enrique fue condenado a 40 años de prisión, 28 por asesinato, 9 por intento de violación y 3 por abusos deshonestos, además del pago de 2.000.000 de pesetas de RC.
Cumplió algo más de 20 años de reclusión, tiempo tras el cual salió en Libertad, aunque sin pagar la RC.
Este viernes, 13 de abril, un envejecido Juan José Fernández, de 70 años, antaño carnicero y padre de la pequeña, se encontró en una calle de Granada con Enrique Sánchez, de 54 años y exrecluso, sobre el cual se abalanzó, cuchillo en mano (no se sabe cómo llegó a sus manos), le asestó varias cuchilladas y propinó algunos golpes, aunque no acabó con su vida dada la pronta aparición de los agentes de la Policía.
El asesino de la niña, el agredido, fue enviado a un centro hospitalario. El padre sin hija, el agresor, fue conducido a Comisaria y puesto con posterioridad en Libertad con cargos, pendiente de juicio.
33 años después de los hechos, ambos han vuelto a encontrarse, pero con los roles cambiados.
¿Qué decisión ha de tomar el Juez?
Por un lado, el asesino de la niña cumplió su condena acorde a la Ley. Por el otro, se trata de un padre que perdió a su hija de 4 años en circunstancias atroces, pero que ya fueron juzgadas y por ello se cumplió la correspondiente condena.
¿Qué acusación y pena se puede aplicar al padre por esta agresión, cuando durante este último tercio de su vida no ha podido olvidar ni perdonar?
Nosotros, como padres, a la vez que conocedores de la Ley, no somos capaces de emitir un dictamen ecuánime.
¿Y ustedes?
