Submitted by jorge on Mon, 22/08/2016 - 06:51
Hay mujeres que a pesar de estar separadas de su pareja por unos barrotes y unas Leyes, no dudan en vencer todos los obstáculos para sellar su compromiso aunque sea dentro de prisión.
Y decimos mujeres y no hombres, porque en la gran, gran mayoría de las ocasiones son ellas que, desde la libertad, toman el paso de realizar dicho trámite.
Trámite que, por otro lado, es tarea harto difícil en España y, sobre todo, fatigoso, dado que el papeleo y todo el proceso burocrático son lentos e inacabables.
Es la Trabajadora Social de cada módulo la que dirige dicho proceso, reuniéndose con el interno por un lado y con su pareja por el otro, que desde la calle acude al centro a fin de entregar los papeles correspondientes, rellenar los cuestionarios y organizar la ceremonia.
Después de 1 año, con suerte, los contrayentes pueden casarse en prisión y pasar su luna de miel en una celda de vis a vis durante varias horas: seguidamente, ella regresa a su casa y él, a su chabolo.
Parece que Colombia ha querido simplificar y alegrar por una vez este proceso y ha organizado, en la prisión de Villahermosa, en Cali, una ceremonia nupcial colectiva, donde 17 internos contrajeron matrimonio con sus respectivas parejas.
Se habilitó para tal efecto un gran salón, al cual acudieron los novios, novias y testigos, todos vestidos con el traje propio para la ocasión y, tras la ceremonia, se realizó un gran almuerzo y un brindis, todo en un ambiente distendido para hacer olvidar por un rato la desazón del encierro.
Actuaciones de este tipo facilitarían la unión de más parejas y con ello el incremento de la vinculación familiar del interno con el exterior, base fundamental para su futura salida en libertad.
