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DE LAS PAREJAS Y SUS RELACIONES EN PRISIÓN (188)

Submitted by jorge on Mon, 12/04/2010 - 08:23

Esta semana no acude a clase de literatura con el fin de evitar encontrarse jeta a jeta con el Filetes, cosa que por otra parte es comprensible, ya que él la espera con ansiedad y anda ojo avizor por si aparece por la entrada del sociocultural. Pero dónde coño está la colombiana esta de los huevos que no viene a clase, piensa el Filetes con una mala hostia que te cagas, después de permanecer como vigilante jurado más de media hora clavado en la puerta del aula. Y encima la chorba me ha jodío el correo módulo a módulo diciendo a los jichos que la mareo. Será hija de la gran p…, sigue comiéndose el tarro el tipo a la vez que le instan a que entre en clase.

-Venga, Filetes, que te estamos esperando. Ah, ¿y qué ocurre con Elisabeth María?, ¿no viene hoy al curso? –le pregunta la profesora.

Mientras entra distraído y con expresión contrariada, responde a la maestra sin mirarla y de soslayo.

-No sé, profe y además, me la pela –da la explicación de malas ganas.

Todas las miradas se posan en él, aunque nadie comenta nada, ni siquiera la que imparte la lección; ésta da comienzo con una lectura de Camilo José Cela sin prestarle mayor atención. 

Elisabeth María se encuentra en ese momento llorando a moco tendido, sentada en el economato y con unas hojas desdobladas entre sus manos; sobre la mesa un sobre. Es una carta de su madre donde le cuenta con profusión de detalles las últimas noticias del Pueblo, de la casa, de ella y de sus hijos. Y aunque la colombiana llama una o dos veces a la semana al otro lado del charco, esos cinco o diez minutos de conversación no dan para muchos más detalles, por lo que las misivas que cada cuando en cuando se intercambian, es el único medio real que tiene ésta de mantenerse informada de lo que allá ocurre. Claro, pero cuando llega al capítulo de los hijos y, en especial, a las escasas líneas que estos le escriben, ineludiblemente rompe a llorar como en cada ocasión en la que recibe un sobre de allende los mares. 

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