DE LAS PAREJAS Y SUS RELACIONES EN PRISIÓN (258)

Cuando el Filetes recibe la notificación del fracaso de su estrategia, se aleja del resto de compañeros, manteniéndose todo el día cavilando. Pero para su sorpresa, esa tarde recibe del economatero de su módulo una nota misteriosa. La abre y lee las dos líneas que en ella aparecen. Vuelve a cerrarla y sonríe mientras mueve la cabeza en son de asombro, de admiración. Relee la nota antes de quemarla. Es una directriz enviada por la jefa, por Elisabeth María.

El Filetes constata de nuevo el motivo del por qué Elisabeth María dirige este cotarro con mano ferrea y mente clarividente a pesar de su aparente ignorancia, ella, la que fuera su mujer en prisión, la que fuera la madre de su hijo que nunca nació, a la que él ninguneaba. Se arrepiente en su soledad de haber desperdiciado aquellos amores y caricias, se arrepiente de no compartir con ella este éxito y negocio floreciente en lugar de ser un currito a las órdenes de…, y sobre todo, se arrepiente de su ceguera congénita.

En la nota, Elisabeth María, y a la vista del fracaso guerrillero organizado por él para escarmentar al Sebas, le ordena olvidar la acción guerrera y negociar con el Ciriaco el traslado del Ambrosio a otro módulo, o en su defecto, cambiar al Sebas al modulo 6, donde reside él; de esta manera, el Filetes lo controlaría de manera directa. 

Se queda pasmado de la mente práctica de la colombiana; mientras el dirigía un equipo de varias personas y establecía un protocolo de ataque y derribo, no contó con la simplicidad de utilizar los resortes ya existentes. Si ya mantenía en nómina al jefe de servicios, habría que aprovecharse de esta ventaja utilizando sus servicios, nunca mejor dicho. Pero a él esa idea genial ni se le había pasado por la mente y tuvo que ser su jefa la que de nuevo estableciera las diferencias.