La noticia proviene de Holanda, aunque bien pudiera tener su origen en Gran Bretaña, Los Estados Unidos o España.

Los abusos a menores, sexuales, físicos y psíquicos, existen desde nuestros primeros orígenes, pero se creía disminuirían a medida que la raza humana progresaba como civilización.

Craso error: se han tornado más sibilinos, más encubiertos, con apenas rastros físicos evidentes.

En las prisiones españolas ha aumentado en los últimos decenios el número de delincuentes sexuales recluídos, el de los violadores, pedófilos y pederastas, y en la mayoría de los casos, verdugos de sus propios hijos o familiares cercanos.

Tan solo en los últimos tiempos salen a la luz este tipo de delitos, que durante años, decenios y siglos, se mantuvieron ocultos en los orfanatos y entidades dependientes de la Iglesia Católica.

Menos mal que nuestro Papa se ha disculpado por todas estas torturas aborrecibles llevadas a cabo en seres indefensos, pero eso sí, apenas con un susurro.