Sinopsis de las entregas anteriores de LOS FLORIDA 2

Con la llegada de la moda de la coca, Robustiano y Jaime optaron por abrir el abanico de posibilidades del negocio, y sin dudas ni vacilaciones, se decantaron por abrirse a esta nueva línea de trabajo. Pusieron a trabajar a todos sus puertas y musculitos distribuyendo Farlopa por las discos y gimnasios que se preciaran. De una venta de papelina por aquí a otra por allá, empezaron a mover kilos de no imaginar, para lo que asociaron a otro en ese negocio, uno que venía del mundo nuevo de la blanca, y que colaboraría de manera tripartita a no perder el norte del bisiniss. 

Pero quien mantenía con mano férrea la dirección del grupo seguía siendo el Robus, recordando a sus socios que no debían dejar de lado sus otras especialidades y por las que se habían creado la fama y el renombre: la de la extorsión, los cobros y los chantajes. La Dura, la Marrón, a esa había que ir abandonándola en favor de la Blanca, más sencilla de consumir, de mejor ver y de mayor volumen de rotación, y por lo tanto, de mayor rendimiento económico.

A Jaime, su primer socio, no le moló nada la ascensión imparable del Robus, y por ende, las escasas perspectivas que se le presentaban dentro del conglomerado de negocios que se iban creando alrededor suyo, pero sin su participación directa. Por ello urdió un plan de muerte para su socio, que sin embargo, se torció por un soplo oportuno que recibió la futura víctima. Y los papeles se voltearon: la víctima resultó ser verdugo y el propiciador de la encerrona desapareció entre kilos de cal viva.

Pero con el crecimiento llegaron los problemas, y algunos más que listos, remoloneaban el pago y se tornaban olvidadizos a ver si entre tanto jefe y mandaó, entre tanta merca y dineros, algo se les pasaba por alto y así engrosaban con ello sus bolsas. Pero no; al Robus y su gente no se les escurría ni un gramo y cobraban hasta el que no vendían.