Submitted by jorge on Mon, 29/03/2021 - 06:26
Hay situaciones que se dan a las que no encontramos sentido, ni nosotros, ni parece ser la víctima, ni sus familiares, tampoco la Policía.
Porque lo habitual, cuando existe una grave agresión, es que de inmediato se encuentre la conexión entre agresor y víctima, y no solo que la encuentre la víctima y su círculo cercano, también la Policía, pero en el caso que os ocupa, nada de nada.
El sábado de hace algo más de una semana, un joven caminaba hablando por el móvil por la calle Real del barrio madrileño de Parla a eso de las 22,15 de la noche, cuando grupo de una docena de personas se acercó a él de manera veloz provistos de palos y ladrillos y le propinaron una paliza bestial que obligó a intervenir al Samur a y ser operado en urgencias de un hospital de la zona por un especialista maxilofacial y un oftalmólogo.
Nadie se explicó lo sucedido, ya que el joven no pertenecía a ninguna banda, ni se dedicaba a ninguna actividad delincuencial, además de lo inusitada que fue la agresión llevada a cabo por parte de una turbamulta armada y a lo “Fuenteovejuna, todos a una”.
La Policía está investigando los hechos, aunque el primer supuesto es que todo fue resultado de un error en la elección de la víctima por parte del grupo.
Por las fotografías recibidas, la agresión fue brutal y nadie pudo identificar a ninguno de los miembros de esa cuadrilla, pero nos parece demencial que esto ocurra en una ciudad de nuestro país, donde una bandada de individuos puedan desplazarse por las calles armados y nadie los identifique ni encuentren posteriormente su rastro.
Las relaciones humanas de los últimos tiempos están tirantes, muy tirantes y las agresiones se dan a flor de piel, ya sea en Libertad, ya sea en Prisión, dado que esta última es un claro reflejo de la realidad social.
