Submitted by jorge on Mon, 08/01/2018 - 06:45

No entendemos la mentalidad de esos hinchas que en lugar de acudir al campo de fútbol a disfrutar del juego, gane o pierda su equipo, asisten al partido y a posteriori, con la reyerta ya programada con antelación a través de los Whatsapp con sus compis de batalla y en contra de otro grupo organizado e igual de frustrado que el de ellos pero de signo contrario, se enzarzan con el único fin de herir o ser apaleados en el intento.
Porque ir con un grupo de hinchas encolerizados después del partido a un punto de encuentro predeterminado y armados de palos, cuchillos, navajas, punzones y hachas es sinónimo de acudir a una batalla campal urbana con ánimo de causar lesiones y daños irreparables a los combatientes contrarios, como ha sido el caso este fin de semana entre dos grupos de hinchas radicales de los equipos del Betis y del Sevilla que, una vez terminado el partido, se encontraron en un lugar y entraron en combate, resultado del cual han sido detenidos 24 hinchas de ambos equipos y un par de ellos heridos.
Y esto solo puede ser producto de la frustración, los complejos, la inseguridad, la falta de autoestima, un hogar desestructurado o algún mal similar, ya que sino no se entiende que no vayan a disfrutar de un buen partido de fútbol y una vez terminada el tiempo reglamentario, se tomen una cañas con los amigotes e hinchas del mismo club y regresen a casa.
La violencia en el fútbol es hoy por hoy un problema planetario, ocurre en la mayoría de los países donde existe una gran afición a este deporte y los Clubes y las Autoridades no la pueden frenar.
Y gran parte de la culpa la tienen los mismos Clubes, que fomentaron en su día las hinchadas ultras a fin de dar fuerza y color a los encuentros y se les ha ido de las manos.
O educamos desde pequeños a nuestros hijos a disfrutar del fútbol de manera sana y sin agresividad, o a los adultos de ahora que no respeten las reglas del juego se les impida asistir a los campos, se les impongan fuertes multas económicas o, en última instancia, se les condene a penas con trabajos en favor de la comunidad durante un largo tiempo.