Jueves, 8 de marzo 

Ayer, después de repartir la comida, subí para el chape, y ahí me quedé, en el chabolo durante toda la tarde, hasta que me abrieron para el reparto de la cena a eso de las ocho. Me eché la siesta, y cuando Chaim bajó a las cinco al patio, me casqué una manola aprovechando la soledad y con el fin de matar el tiempo, claro está, pensando en el culo y las tetas de la Paula.

El problema es que esta tarde no voy a poder ir a clase de informática, ya que tengo que quedarme en la celda. Cuando se pispe la suramericana, va a montar en cólera; me la puedo imaginar escribiendo para reprocharme mi falta de interés por verla, por buscarme un parte haciendo el gilipollas, y todas la echadas en cara habituales por parte de las mujeres.

Y para acabar de joder el invento con Paula, aún no nos han dado respuesta a la petición del vis a vis. Tampoco le he enviado dinero para su peculio. Qué se joda. Si quiere liarse conmigo, que lo haga porque le molo, y no por interés.

Después de dar la cena, llamo a casa. Un machaca me ha cogido la vez en la cola del teléfono –siempre le doy un extra de comida-, ya que por la tarde no pude llamar por encontrarme chapado.

El niño está más tranquilo después de que el director hablara con los padres de los demás compañeros explicándoles que aún no he sido juzgado, que el motivo de mi detención aún no estaba claro, y no sé qué milongas más; parece que se ha enrollado tras la conversación que mantuvo con Patricia y ésta lo pusiera firmes. Creo que también le llamó mi abogado y le dio un toque de atención con la excusa de demandar al colegio. Lo que hace un chocho…

Por lo menos he podido hablar con mi hijo sin malos rollos, y eso me ha relajado. Aquí esos detalles cuentan mogollón: marcan la diferencia entre vivir en tensión o relajarte.

Otra tarde enchabolado; menudo coñazo. Aprovecho para estudiar, que buena falta me hace, y para tragarme una serie de telenovela.