Parece ser, que la masificación en las cárceles de Italia se asemeja al de las granjas avícolas de explotación masiva, lugares donde mantienen a las gallinas en jaulas sin apenas movimiento, donde las patas no ejercen como tales y donde la corta vida de estas aves está exclusivamente destinada a la puesta de huevos; nacen y mueren poniendo esos huevos que nosotros degustamos en nuestras omeletes.
Pues las cárceles en Italia y Serbia llevan idéntico camino, donde los presos viven hacinados en celdas sin el espacio necesario entre ellos para llevar una convivencia adecuada, donde los nervios los traicionan por la misma densidad existente y la territorialidad marcada, y donde la vida se juega a la carta de la supervivencia.
En España, la situación no llega a dichos límites, pero crece gradualmente a pesar de la construcción de las nuevas macrocárceles.
Cuándo se les meterá en la sesera a nuestros queridos dirigentes, a nuestros pragmáticos jueces, que el castigo en una sociedad moderna como la nuestra, se debe aplicar con el ejemplo, con las contraprestaciones sociales, con los trabajos en favor de la comunidad, con las multas, etc., ya que una gran mayoría de los presos cumplen condenas de risa, las cuales pueden ser sustituidas con este tipo de sentencias.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/08/internacional/1357660570.html