Submitted by jorge on Tue, 16/01/2018 - 06:43
El que una mujer, casi niña, 18 años, ejerza la prostitución, no es sinónimo que ciertos personajes puedan hacer con ella lo que se les venga en gana ni tratarla como mercancía humana.
En la Operación Carioca, en 2009, uno de los mayores sumarios instruidos sobre prostitución y que posiblemente se pueda enjuiciar, salió a la luz un episodio propio de película de cine negro.
Una de las prostitutas, colombiana de 18 años, quedó embarazada de un cliente VIP del club de alterne Queen’s, lugar donde ella trabajaba y donde solía cubrir el servicio al mismo cliente de manera reiterada. Él siempre solicitaba a la misma chica y le exigía realizar el acto sin condón, hasta que ella quedó embarazada e insistió en tener el hijo.
Cuando el cliente tuvo noticias del hecho, habló con el dueño del club, José Manuel García Adán que, con el fin de preservar a uno de sus mejores clientes, forzó a la chica a acudir con él a un médico amigo. Este ginecólogo, que también ejercía como tal en un ambulatorio público del Sistema Gallego de Salud, intervino a la chica que, ante la presión y amenazas del proxeneta jefe, apenas opuso resistencia. Le realizó un aborto sin instrumental apropiado, sin contar con una enfermera y ni siquiera anestesió a la paciente, lo que le ocasionó unos dolores tremendos mientras sujetaba, por orden del médico, los instrumentos y demás artefactos que este le pasaba durante la intervención.
Meses después ella huyó a Murcia donde fue intervenida de urgencia para extraerle parte de la placenta que el matasanos pirata le había dejado.
Los tres, el cliente, el propietario del club y el ginecólogo fueron ingresados en prisión preventiva en 2009 gracias a las escuchas telefónicas realizadas y al testimonio de varias de las chicas que trabajaron en el club de alterne Queen’s.
Asimismo, el proxeneta, José Manuel García Adán, fue condenado en 2014 a 21 años de prisión por maltratar a su mujer, y frases recabadas en las conversaciones telefónicas dan una idea del tipo de personaje que se trataba: "Las mujeres son unas guarras” y la empleada de 18 años "es una hija de puta que con el embarazo lo que consigue es joderme un cliente".
El problema de este tipo de personajes, tanto el proxeneta como el cliente asiduo a estos clubes, es que aunque cumplan condena en prisión, a su salida en libertad vuelven a sus andadas, ya que llevan realizando toda su vida el mismo tipo de actividad, tienen el vicio inoculado en sangre y creen que la mujer sirve para esos menesteres.