Viernes, 9 de septiembre

Anoche le he estado dando a la chola hasta que comenzó a salir humo. Y no solo a la chola, también a la ale-manita. Y funcionó, joder si funcionó. Me casqué un pajón que hizo temblar toda la base de la litera. Hasta mi compi brincó del susto.

La verdad, en mi puta vida había pensado y meditado tanto y de manera tan profunda los temas. Creo que me estoy volviendo sabio de tanto darle al cerebelo. Bueno, así me encontraba, pensando en Pati y el escaso futuro que me espera con ella, cuando las tetas, el culo y el chumi de la suramericana se cruzaron en el pensamiento y lo desbancaron. Por arte de birlibirloque comenzó a engordar, y cuando quise percatarme, estaba soñando con la montada que le pegaría, mientras mi mano, dale que te pego. Rugí como un rebeco en berrea cuando noté que mis entrañas escupían todo lo acumulado; creo que lo tenía taponado del escaso uso.

Ahí, después de relajarme, decidí que daría el paso y me enrollaría con la Paula, ya que la mía pasa de mi culo. No tengo nada que perder, y por lo menos alegraré mi vida aquí adentro. Nada le comentaré a mi mujer; nunca se sabe. Quizás lo nuestro se arregle con el pasar de los tiempos y se de cuenta que el abogado puede ser un muy buen profesional, pero es un soplapollas y un aprovechado. Además, no quiero que se encabrite más y me deje sin peculio. Y también está el tema del niño; espero que pronto lo deje venir, y si no es con ella, con mi madre.

Así que esta mañana y después de darle el desayuno a la peña, me retiro a la escuela del patio, y con mi Bic y un par de folios, redacto una carta de compromiso sin comprometerme demasiado, pero dando a entender que sí, que seremos pareja. Un sí, pero sin rotundidad, dejando una vía de escape posible. Ya he oído como son las chicas del otro continente: cariñosas, sexuales, suaves… y también celosas, posesivas y con un genio de aquí te espero. Miedo me da, y ganas también.