Lunes, 2 de mayo

No sé porqué cojones escribo hoy. Estoy de muy mala leche. Es fiesta, aunque creo que solo en Madrid. He preguntado a la peña, pero aquí nadie tiene ni zorra. Eso sí, si pregunto por el “temita”, todos saben de todo: que si la pureza de tal, que si el corte de Pascual, que los diferentes tipos y colores del chocolate, que si por vena, que si esnifada, que fumada; para esto, no problem. Pero preguntar por una puta fiesta, ná de ná.

Estoy hasta los cojones. Me he levantado con el pie torcido. Además, este fin de semana nadie vino a comunicar, arguyendo que con tanto vis a vis y tanta fiesta, pues que les venía mal. ¡Me cago en tó lo que se menea! Será zorra la Pati: qué no le viene bien, dice la muy puta. Joder, joder, qué fin de semana, qué Semana Santa, qué fiesta de Dos de Mayo, qué mierda. No aguanto, no me aguanto ni a mí mismo. Y encima, hoy no hay curso de cocina por la puta festividad.

Además, el Edu, está dando por culo porque no puede tener vis con su pichona y el papi aún no le ha arreglado el entuerto con el dire. Está dándole todos los días a la ale-manita y me tiene hasta los mismísimos cojones con el raca, raca, raca, del camastro. Hombre, lleva bastante más tiempo que yo, pero el cabrón ha estado mojando hasta hace unas semanas; qué no se queje o que se lo hubiera pensado antes lo de la revista Interfui.

Para tranquilizarme me pongo a patiear solo. Al cabo del rato se me une el kurdo, silencioso y autista como siempre. No me habla; nos damos compañía, calor humano. Esto es lo único que necesito en este momento. Nada más, ni siquiera escribir. Así, que os den.