Jueves, 5 de mayo

Joder con el destino de los cojones que me ha encalomado el majete del educador. Esta mañana, después del desayuno y mientras hago cola para el café, me llaman de la garita.

-Guerrero, nos han comunicado que se hace cargo del destino de limpieza de tigres. Pídale a Sánchez que le de un cubo, la fregona, la lejía y la escoba. Póngase ya con ello –y con este monólogo tan distendido, me deja con cara de memo mirando la ventanilla.

Vuelvo al patio y busco al tal Sánchez, del que no tengo ni zorra quién es. Pregunto a uno y me indica. Es el gitano que lleva la limpieza, pero como se pira de permiso, pues me he de ocupar yo.

-Oye, primo, no veas qué marrón tán dau; menudo destino de mierda. Ala, aquí ti paso los atensilios pá fregar y ándate con ojo con la mierda qui van chorriando las parés. Ah, y ponelete musha lijía en el agua, pá que se disinfeste tó.

Y el muy cabrón me suelta un guiño mientras me endilga todo el armamento de limpieza. Uno de los servicios esta instalado en el patio; el otro, al final de comedor. Me dirijo al del patio. Echo un vistazo y veo a dos compis quemando aluminio.

-Compis, que tengo que limpiar el tigre.

-Qué te pires, tronco, que estamos ocupaos. Vente en diez –me sueltan y siguen con lo suyo.

Me doy media vuelta y me dirijo al del comedor. No quiero movidas con la peña, y menos con unos que andan colocándose. Éste está vacío. Lleno el cubo de agua y le suelto medio frasco de lejía; así funcionan las dosis aquí. Cuando llevo dos urinarios limpios entro al tercero y, ¡bingo! Ya ha aparecido el primer cabrón mañanero, que en lugar de cagar en el hueco del suelo, ha pegado el chorizo a la pared y se ha limpiado el ojete con las zarpas. Después las ha restregado bien restregadas por los azulejos, el muy hijo de su madre. A baldazos me toca quitarlo, para después pasar la fregona. Tres veces cambio el agua, ¡tres! Hijo de la gran…