Lunes, 30 de mayo

Ha sido un fin de semana de runrunes. El tema de Regis flota en el ambiente, aunque no lo comentan de manera espontánea. Todos, incluidos los jichos, conocen de manera parcial los hechos. Pero ninguno toma acciones en contra del Boinas, y menos, del Bach. Tampoco los funcionarios. No hay pruebas; nadie habla; no existen testigos.

Y el Regis, como un varón, aguanta las heridas en el silencio y la soledad de su celda; intuye que las punzadas puedan derivar en una infección de caballo, o que pille el bicho o algo similar, pero también sabe que el chivateo es una infección aún más dañina que las víricas. 

Y no por ello queda exento de pagar la merca. El sistema interno funciona como el bancario: o pagas el crédito hipotecario o te desahucian, se quedan con la casa, y has de abonar los intereses y todo lo derivado del proceso; aquí ocurre lo mismo. 

Por ello, Regis envío el domingo un dinero con un compi a misa; ahí se lo entregaron a un machaca del Bach, y con eso parece que quedó solucionado el “malentendido”. En el talego, y por lo poco que he podido ver estos meses entre los talegueros de pro, las tonterías, las justas; se te va la vida en ello. Otra cosa son los novatos, las perrancas, las perras chivatas, las mariconas: todo este gremio es el desecho del patio. Todos los recién llegados entran en esta denominación mientras no demuestren su seriedad, su hombría, su saber estar. 

En mi caso, aún estoy en el limbo propio de los que no están clasificados, aunque mi relación con el Bach, a pesar de ser interesada por su parte, me está posicionando en un buen lugar dentro de este y del patio anterior.

Joder, tanto pensar y comerme el tarro, y se me ha olvidado que apenas me quedan diez minutos para que llamen al vis, ¡al vis-vis íntimo! Me arreglo rápido, me repeino, me perfumo con una colonia de Armani que me presta el Edu y salgo pitando a comunicaciones. No sé lo que me voy a encontrar, pero ardo en deseos de verla.