Submitted by jorge on Wed, 11/03/2020 - 06:45
Todos hemos conducido en alguna ocasión con unas copas de más, también medio adormilados, pero siempre manteniendo un punto de cordura al volante.
Pero lo que es inconcebible es salir borracho y drogado hasta las trancas y circular a gran velocidad por una ciudad y de noche.
A eso de las 20 horas del viernes pasado, un joven de 22 años circulaba de manera sospechosa por la radial de Badalona cuando un coche patrulla de los Mossos d’Escuadra le dio el alto.
Éste, en lugar de detenerse, aceleró el vehículo y se adentró en la ciudad por la avenida de Joan XXIII a 160 km/h., donde colisionó con una moto cuyos ocupantes arrastró hasta empotrarlos contra otro coche que circulaba en sentido contrario; ahí los dejó tendidos y continuó su fuga hasta ser detenido más adelante.
Dio positivo en las pruebas de Alcohol y Drogas y carecía de carné de conducir.
El motorista murió en el acto, su acompañante mujer horas más tarde.
Como Juez, además de aplicarle las penas de cárcel que contempla el Código Penal para estos casos, qué más se podría hacer, salvo darle un correctivo ejemplarizante y obligarlo, tras cumplir la pertinente condena en prisión, de asistir semanalmente y durante un tiempo a un hospital de parapléjicos a fin de cuidarlos y sentir lo que los ahí residentes padecen tras un accidente de tráfico o de cualquier otra índole.
Le cambiaría la manera de ver y enfrentar la vida.