A veces creo que nos hemos vuelto locos, o que los poderes fácticos del mundo pretenden que lo hagamos. En esta semana pasada, con un record de paro en España, con la preocupante gripe porcina que nos acecha y otros muchos quebraderos de cabeza cotidianos me ha dejado alucinado el despliegue mediático sobre la visita del presidente francés y su popular y fardona esposa. Pero no hablo de las consecuencias y el calado político de dicha visita, eso ya vendrá. Me refiero a las comparaciones sobre la elegancia de nuestra princesa y la primera dama francesa, la longitud y tipo de sus tacones, los vestidos que van usando para cada ocasión y los diseñadores responsables, sus respectivas siluetas y la opinión del público en general en forma de votación sobre cual de ambas dos es más chic. Pues muy bien. Es otra forma de ver la actualidad y visto lo visto y leído debe tener su público.
Me ha dejado un poco alelado también la poca vista, escasa sensibilidad y en general desprecio absoluto demostrado por los responsables norteamericanos del numerito llevado a cabo en el cielo de Nueva York. Con el 11-S aún coleando y vivo en la memoria no se les ocurre más que tomar fotografías a baja altura de la ciudad usando para ello uno de los Air Force One (el avión del presi) y un caza como escolta. La gente de allí debió alucinar en colores (y acongojarse bastante) viendo un peazo avión y un caza detrás en vuelo bajo entre los rascacielos y recordar lo que querían olvidar. Un diez al responsable de la idea en la confianza de que pagará los sustos, las úlceras de estómago y los ataques de ansiedad causados por el susodicho reportaje.
Hay ruido de sables (o mejor, de routers) en el entorno cultural español y la denostada SGAE. Mucho me temo que pretenden que alguien pague un canon por conectarse a Internet bajo el peregrino argumento de que es un medio para compartir información. De momento el inefable señor Bautista (“Teddy” en sus tiempos de no llevar corbata), de la SGAE, ha lanzado un globo sonda a las compañías de telefonía para que preparen la chequera por si las moscas. Viene a decir en otras palabras que alguien debe pagar por el uso de la información: los usuarios, los proveedores del servicio o la administración. Teniendo en cuenta que ya se paga un canon encubierto por los soportes físicos de grabación (incluso aunque queramos los cedeses para espantar palomas colgados de nuestra terraza) las cada vez menos veladas amenazas del entorno citado dan mucho que pensar. Como los cien mil euros del ala que se gastó una delegación oficial española a finales del año pasado sólo en avión y hotel asistiendo a un festival cinematográfico en Méjico (ahora de candente actualidad) para promover las bondades (que no excelencias) de nuestro “excelente” cine. Según parece sólo cuatro de los asistentes intervinieron activamente en el evento. El resto, hasta catorce personas, eran acompañantes y miembros de seguridad. El colmo de la mala suerte fue que sólo estuviese disponible el hotel más caro de la ciudad. Por cierto, de comidas, descorches y gastos protocolarios no hay datos, pero visto lo visto… tiemblo otra vez. Al final nos hacen volver a las palomas mensajeras para enviar los correos electrónicos, tiempo al tiempo…