Han pasado los meses y ya me he organizado con el Tony para rebuscarme yo también la vida. Sin embargo, el vicio nos puede y nunca nos alcanza para completar las dosis que necesitamos, además de vernos obligados a recoger las colillas de los trujas que otros tiran al patio. Llamo hoy a mis padres a ver como respiran y parece ser que por fin se deciden a visitarme. También les comento lo del peculio, y no sé, a lo mejor se estiran y me traen algo, porque esto de vivir en la miseria...
Vinieron. Mi padre con cara de mala hostia; mi madre llorando como una bendita, aunque después de la hora y media ambos salieron más animados. Andan preocupados porque el abogado les ha dicho que me pueden caer cuatro años, joder, por unas papelas y dinero cuatro putos años. A mi me han dejado jodido, pero qué le voy a hacer. Lo importante es que me han ingresado peculio para el vicio, bueno, yo les he soltado que para el demandadero y el economato, pero el Tony y yo nos vamos a dar un homenaje que te cagas lorito. Y así lo hacemos. Hemos pillado un par de papelinas de caballo y una Tranquimazine y así, como el que no quiere la cosa, llevamos colocados varios días. Los funcionarios, mientras no armemos bronca, nos dejan y hacen la vista gorda; además, nos buscamos lugares que no den el cante para dormir la mona.
Me quedo sin peculio; me lo he fundido en un par de días. Espero que vuelvan a ingresarme algo para el próximo jueves, ya que sino, no sé como vamos a tirar toda la semana y el Tony también se ha pulido lo suyo.