En el talego se trafica con todo, desde cosas inocentes hasta otras prohibidas y peligrosas, y lo que no ha podido hacerse durante el día se hace ahora. También es cuando se culminan los trapicheos porque muchas de las mercancías están en los chabolos. Ahora ya debes saber que se pueden hacer negocios con la comida, el tabaco, las revistas porno, los televisores y las radios y por supuesto con la droga. Tampoco es raro que alguien se asome a tu puerta para pedirte que le “prestes” un litro de leche, un poco de gel o directamente unos cuantos pitillos para el chape. Es como un pequeño mercadillo con mucha gente actuando a la vez, con prisa y sabiendo exactamente adonde van, todos menos tú, posiblemente, que te habrás encerrado en tu chabolo buscando la tranquilidad que tanto anhelas.
Puede ocurrir también que tu compi no se fíe de ti y te invite a darte una vuelta mientras él hace algún negocio. Hay también una febril actividad en los chabolos de la gente que quiere ducharse. Nunca hay suficiente agua caliente (si la hay) y hay que aprovechar los primeros turnos para hacerlo bien y rápido. Todo esto es normal y cotidiano, pero también hay rencillas que se producen durante el día y que no han podido resolverse totalmente en los tigres de abajo, el gimnasio o cualquier otro lugar.
Siempre hay rumores antes de subir, los compis te aconsejan estar al loro porque vá a haber movida, bien porque ha ingresado algún interno con delitos mal vistos, bien porque es alguien que tenía algún asunto pendiente con alguien del módulo, o bien simplemente alguien no ha pagado a tiempo una deuda, se ha pasado con otro o simplemente han discutido. A partir del rastrillo de subida a las celdas es terreno peligroso y conviene no meterse en medio, no ver nada, no oír nada y sobre todo no decir nada cuando te pregunten los funcionarios aunque estuvieses viéndolo a un metro de distancia. Es mejor así, no sea que el siguiente seas tú.