Pero el Julián solo utiliza al Tony de machaca para ciertos servicios. Para otros más íntimos se busca nenes más jóvenes, más o menos de mi edad, y los invita a quedarse de compi en su chabolo, él, que por ser FIES se puede permitir el lujo de vivir solo. Pero por temporadas no muy prolongadas, como os decía, suele estar acompañado. Y es que el Julián, es mucho Julián, el muy cabrón.
Cumple dos condenas por un total de 28 años, nada, casi un ruina. Desde joven se pispó que el mejor medio de ganarse el parné era trapicheando con droga, vamos, que los mismo que yo, pero a lo bestia. Pronto se lió con el caballo y de las papelas pasó a las bolsas, así que el día que le detuvieron le tangaron unos 400 kilillos del ala más no sé cuantos millones de pelas, me dijo. Al año le dieron la libertad bajo fianza y zas, de nuevo al trapicheo de la dura y al cabo de unos meses, otra vez que le vuelven a trincar.
Salió del juico con más años a sus espaldas que los que le quedaban por disfrutar. Su novia le prometió que no lo abandonaría y la verdad, y por lo que me han contado, no falla a ningún vis-vis. Hombre, con el parné que le pasa yo tampoco lo dejaría. Además, mi compi me cuenta, que ambos se montan unos vis-vis con mermelada y mantequilla, a lo salvaje, del que se entera todo el módulo de comunicaciones.
Pero Julián no se conforma con ello y los años de cautiverio lo han decantado por los gustos desviados. Durante las largas noches, el Tony me cuenta las historias del módulo y entre ellas las experiencias del Juli. Parece ser, que en cada ocasión que llega algún jovencillo resultón al módulo, el buitre en cuestión se busca las vueltas para engancharlo de alguna manera y que acabe de compañero suyo de celda. Así han ido cayendo en sus redes ciento y la madre, ala, y el muy cabrón se hincha a comer a la carta. Después llega el vis-vis y a practicar con la churri las escenitas de esa película que veían nuestros abuelos, esa del Tango en París o algo así.