Submitted by jorge on Thu, 11/06/2020 - 06:26
Es de estas detenciones que uno percibe como justas, como necesarias, no solo por el peligro que conlleva dejar a un individuo de esta calaña suelto, sino por lo que piensa y expresa públicamente.
Hace unos días, el grupo de operaciones antiterroristas de la Policía Nacional, detuvo en la población de la sierra madrileña de Guadalix de la Sierra a un posible futuro terrorista yihadista y que, supuestamente, se había radicalizado en los últimos tiempos a través de Internet.
Y tan grande fue el cambio que tuvo esta persona, que dejó el trabajo antes del Confinamiento para centrarse en su instrucción terrorista de la línea dura salafista-yihadista, variando su aspecto físico, aumentando la agresividad de sus mensajes que enviaba a través de las Redes Sociales y asumiendo la “estrategia virtual de Daesh autodenominándose Hijo del Estado Islámico”.
En el registro de su domicilio se encontró cantidad de propaganda yihadista y manuales del Daesh para la producción de explosivos y instrucciones precisas para la comisión de atentados, así como amenazas contra España, Estados Unidos e Israel, colgando en Twitter mensajes de esta guisa:
"Gracias Alá por el coronavirus que arrasa Europa, llévate a más españoles e infieles" y afirmando que se trataba de "un castigo de Alá".
De ahí que creamos que este tipo personas “tan encantadoras y que tantos buenos deseos nos auguran”, deben ser detenidos y controlados, ya que contamos con la experiencia del 11-M de 2004 y no deseamos más sorpresas destructoras como esas.
El problema es que en prisión forman grupos y/o buscan más adeptos, además de contar con todo el tiempo del mundo para radicalizarse y radicalizar a terceros sin que nadie se lo impida.