Submitted by jorge on Thu, 08/06/2017 - 06:29

Curioso caso el que se juzga en estos días en un estado de los Estados Unidos, Massachusetts.
En 2014, un tal Conrad Roy, con antecedentes depresivos y constantes amagos de suicidio, consulta con su novia vía mensaje si debía suicidarse o no, dudoso como se encontraba en ese momento, junto a su automóvil y llenando el habitáculo de monóxido de carbono.
En 2014, un tal Conrad Roy, con antecedentes depresivos y constantes amagos de suicidio, consulta con su novia vía mensaje si debía suicidarse o no, dudoso como se encontraba en ese momento, junto a su automóvil y llenando el habitáculo de monóxido de carbono.
Ella no lo dudó, imaginamos, aburrida ya de tantas amenazas de suicidio no cumplidas, y le contestó, “vuelve a meterte en el coche. Hazlo y punto”.
Y como el cuento de Pedro y el Lobo, ella pensó que no lo llevaría a cabo pero, esta vez, cumplió su palabra.
Encontraron su cuerpo y también su móvil, con el histórico de mensajes y llamadas, entre otros, los que ella le enviaba de manera constante:
• “Estarás feliz al fin en el cielo. No más dolor.
• “Es normal que tengas miedo, estás a punto de morir”.
• “Así que supongo que no lo vas a hacer, todo eso para nada...Estoy tan confundida, estabas listo y decidido”.
• “Solo ve a algún lugar con tu coche. No hay nadie afuera ahora porque es una hora extraña”.
Si bien en Massachusetts asistir a alguien para suicidarse no es delito, la Fiscalía considera que Michelle Carter, así llamada la novia, indujo a Conrad a suicidarse, por lo que le pide la pena de homicidio.
Las preguntas que nos debemos hacer es sí una persona puede ser condenada por este delito no habiendo estado presente en el lugar de los hechos o si unas simples palabras escritas pueden ser motivo para inducir a alguien a quitarse la vida.
Por el contrario, el historial depresivo y las constantes amenazas de suicidio de Conrad Roy liberan de alguna manera a la chica de esa pretendida culpabilidad, aunque ella vertiera la última gota al vaso para que el agua rebosara.
Esperemos el visto para sentencia, ya que la decisión puede ser salomónica.