Submitted by jorge on Tue, 18/12/2012 - 07:47
Conocemos varios hacker que poseen la habilidad de penetrar cualquier sistema sin producir daños personales ni estructurales, ni aprovechan dicha ventaja a fin de demostrar esa supuesta superioridad sobre el común de los mortales: tan solo juegan.
Pero esa decisión depende de cada cual. Una vez traspasadas las barreras, a todos ellos les invade, por fracciones de segundo algunos, otros por tiempo indefinido, esa sensación de poder absoluto del que posee el control de las entidades invadidas, y solo la honestidad, la profesionalidad y el civismo de cada uno de ellos impide traspasar la línea, esa que no suele tener retorno.
La mayoría no se dejan llevar por ese lado “oscuro”, pero alguno que otro sí, y a estos acaba devorándolos su propia egolatría.
Y en el caso que nos ocupa, el cracker, que no hacker, había hecho del chantaje su modus vivendi.
Creemos que la condena, aunque dura, es ejemplarizante y un claro aviso a navegantes ambiciosos y narcisistas.
http://www.elmundo.es/america/2012/12/17/estados_unidos/1355782628.html