Submitted by jorge on Mon, 05/06/2017 - 06:24
El jueves 1 de julio colgamos el post, “DEL SUFRIMIENTO DE ALGUNOS AL DISFRUTE Y MORBO DE MUCHOS”, donde hablábamos sobre la utilización que en muchos países se ha hecho de sus arcaicas prisiones, reutilizadas para el uso y disfrute de la ciudadanía a través de proyectos hoteleros, parques temáticos o museos.
Si bien nos choca que el público actual goce gracias al morbo que pueda producir el sufrimiento y fama de los residentes de antaño en dichas prisiones, también entendemos que la conservación de dichos lugares, además del significado arquitectónico que puedan tener, cuenta con un componente cultural y lúdico para muchos y ejemplarizante para otros.
En España hemos conservado algunas de nuestras antiguas prisiones como lugar de expansión cultural y artística, valga como ejemplo la de Segovia, aunque otras han caído en el olvido o en su aniquilación, como es el caso de la prisión de Carabanchel.
La prisión madrileña de Carabanchel, inaugurada en 1944, siguió un patrón arquitectónico similar al de la cárcel Modelo de Barcelona, construida en 1904, aunque adaptando los nuevos adelantos de la época en su construcción.
A pesar de ello, cuando en 1998 la cárcel se clausuró, parte de ella fue derruida en favor de la construcción de algunos centros sociales, y el resto se dejó abandonada, terminándose de demoler en 2008 con la idea de construir pisos, un hospital y zonas verdes.
Y ahora,
• ¿qué ocurrirá con la prisión Modelo de Barcelona, aún en uso hasta mediados de esta semana, momento en que se clausurará como centro de detención?
• ¿Siendo arquitectónicamente más valiosa que Carabanchel, se mantendrá su estructura a fin de darle un uso social, cultural o lúdico o, por el contrario, se derruirá con el fin de levantar viviendas?
• Realizarán una encuesta entre los ciudadanos de Barcelona con el ánimo de conocer su opinión?
La Generalitat tiene la última palabra, ya que a ella compete, por tener transferidas las competencias penitenciarias, decidir su uso final.
Confiemos en su buen criterio y que su estructura y contenido arquitectónico se mantengan en favor de la ciudadanía.