Submitted by jorge on Tue, 14/06/2016 - 08:52
No entendemos que sean siempre los adinerados y famosos los que sufren desórdenes postraumáticos, de ansiedad y depresivos cuando van a entrar en la cárcel o en vísperas de pedir su libertad provisional o su primer permiso y, en ocasiones, las autoridades judiciales les otorgan ciertas beneficios o penas sustitutivas de prisión, y al resto de presos, a ese 98% de la población penitenciaria española, unos 60.000 internos, nada de nada.
Ya pueden llorar estos “pringaos”, chinarse, ponerse de pastis hasta las trancas, comenzar una huelga de hambre o cualquier otra manera de demostrar su “desorden de ansiedad”, que no les hacen ni puñetero caso, a lo sumo, los envían a la enfermería del centro para que les proporcionen unos tranquilizantes y, de vuelta al patio, a joderse.
Ahora ha sido Óscar Pistorius en Suráfrica, al que le ha dado un desorden postraumático, de ansiedad y depresivo, a la vista de la nueva sentencia que le va a aplicar el Tribunal Supremo de su país por el asesinato de su novia, y que no bajará de los 15 años.
Se las prometía muy felices cuando la Juez de Pretoria le endilgo tan solo 5 añitos por homicidio, sentencia que el Supremo desestimó y que rectificará en breve.
Ahora Óscar no puede ni ir a testificar a la vista que comienza este lunes en Pretoria y en la que se decidirá la pena que deberá cumplir, porque sufre una "depresión severa".
Cuando descerrajó varios tiros a la novia no tuvo depresión alguna, ¿verdad?
¿Por qué los niños bien y forrados siempre sufren ante la idea de entrar a pagar una condena, y el resto de la plebe no?