Submitted by jorge on Thu, 02/06/2016 - 06:48
Pues la salida de un preso de la cárcel es lo más parecido a olvidar a tu hijo a la salida del colegio.
Dichas personas salen a un mundo que ha progresado mientras ellos se han mantenido en un crisol invariable, a una sociedad que no los quiere, a una familia que en ocasiones los rechaza, a unos amigos que han hecho su vida al margen de ese que era compi pero que por su mala cabeza fue a prisión, en fin, que sale perdido y sin visos de reintegrarse con facilidad en ese tejido social que antes compartía.
¿Y los planes de la Administración para su reinserción?
Algún programa que otro en prisión, unas horas al mes de entrevistas con el educador, la trabajadora social y, con suerte, con el psicólogo, y a la calle, a buscarte la vida, pero, “se bueno, que sino regresas” le sueltan antes de cruzar la verja con su petate.
No hay planes de reinserción fuera, ni programas laborales, ni nada que se le parezca organizado por la Administración, salvo los proyectos que algunas Ongs realizan con las uñas, muchas ganas y el trabajo desinteresado de los voluntarios.
Mientras en Holanda cierran cárceles y pierden población reclusa día a día gracias a sus programas reinsertadores dentro y fuera de prisión, en España cada día construimos nuevas cárceles y no proponemos alternativas a las personas que han pasado por ellas.
Habrá que preguntarse, ¿dónde radica el error o quién se beneficia que haya más reclusos y menos ciudadanos reinsertados?