Submitted by jorge on Tue, 20/06/2017 - 06:24
Otra muerte más por ataque de canes.
Una mujer muere en Don Benito por los mordiscos de un mastín.
Y una víctima que se agrega a la larga lista de atacados y asesinados por agresiones perrunas: en febrero murió un hombre en Alicante por el ataque de varios perros de raza Pitbull y similares. En Marzo, un dogo canario hirió a una mujer y su hija y mató a su perro. Y en abril un Rotweiller se abalanzaba sobre su veterinaria.
Y así, uno tras otro nos topamos con casos de ataques del mejor amigo del hombre al hombre, a su amigo.
¿Y esto a qué se debe? ¿A la raza? ¿A la alimentación?, o simplemente, ¿a una educación errónea?
La última cuestión es la acertada, porque los animales, a semejanza de los hijos, aprenden de sus dueños/padres las diversas maneras de comportamiento, además de asimilar su personalidad y maneras.
Parece ser que, según un estudio de la Universidad de Leicester, Reino Unido, “la 'simpatía' de una persona —evaluada mediante un test psicológico— determina su predilección por los perros que se consideran más agresivos. Por ello, los jóvenes agresivos buscan perros grandes y que puedan transformar en feroces maquinas de ataque con el fin de sentirse más importantes y mejorar sus status social.
Por ello, el rol lo marca el dueño del animal en base a la educación y la sociabilidad que imparte a su mascota.
De ahí que las Leyes carguen las tintas en los modos utilizados por los dueños para amaestrar al can y los castiguen cuando sus “pupilos” ataquen a seres humanos u otros animales.
Los perros no tienen la culpa de su agresividad: un humano se ha encargado de inoculársela.