Submitted by jorge on Thu, 28/01/2021 - 10:04
Nos sigue sorprendiendo, cómo adultos desalmados se aprovechan de la inocencia de los niños para lucrarse, máxime, cuando el aprovechamiento es de índole sexual, lo cual nos parece una verdadera aberración, ya que se trata de una época en la que los menores deben jugar con los amigos, vivir con los padres y disfrutar de su aprendizaje vital de manera natural y no ser forzados a mantener unas relaciones sexuales con adultos antinatura para su edad.
Esto ha ocurrido en los Ángeles, Estados Unidos, dentro de la macrooperación denominada “Ángeles Perdidos” y en cuyo desarrollo y solución han participado diversas agencias de seguridad estadounidenses (FBI, Policía de los Ángeles, Sheriff de los Ángeles) para terminar de destapar este viernes pasado la operación, deteniendo al supuesto cabecilla del entramado.
Se ha liberado a 33 niños desaparecidos con anterioridad, 8 de los cuales se encontraban prestando servicios sexuales a adultos en una verdadera trama de explotación sexual; 2 habían sido rescatados con anterioridad pero regresaron con sus captores ante las amenazas de muerte que recibieron por parte de ellos y 1 más, había sido secuestrado previamente por su propio padre.
Según el departamento del FBI, “es posible que las víctimas no se identifiquen a sí mismas como víctimas de trata o que ni siquiera se den cuenta de que están siendo objeto de trata; este ciclo dañino destaca los desafíos que enfrentan las víctimas y los que enfrentan las fuerzas del orden cuando intentan evitar que las víctimas regresen a una situación abusiva".
Es decir, que muchos de estos menores han adquirido el Síndrome de Estocolmo o, por lo menos, no piensan que son explotados, dada la inocencia de algunos de ellos, no de todos, porque parece ser que algunos tenían antecedentes policiales por robo o similares, lo que demuestra que en muchas de las ocasiones, estos grupos depravados buscan a sus víctimas entre familias desestructuras y residentes en barrios marginales.
Lo que peor llevamos de estos casos, son las escasas condenas que se imponen, en tiempos de pena y número de condenados, por la dificultad que suele darse para aportar pruebas y declaraciones por parte de los niños.
A nuestro parecer, se trata de uno de los peores delitos que se dan y que menos resultados aportan a las Fiscalías.