Submitted by jorge on Fri, 23/06/2017 - 06:05
Recuerda a la época de los colonos del oeste americano, donde en muchos pueblos y regiones apenas contaban con miembros de la Ley para controlar a los forajidos, por lo que las comunidades de colonos se tomaban la Justicia por su mano.
O la Edad Media y su caza de Brujas, o el Ku klux klan y la persecución de los negros americanos o, o, o…
En el Brasil actual ocurre un tanto de los mismo.
Desde 1960, más de 1.000.000 de personas han participado en linchamientos, colectivos o individuales, de pobres delincuentes, de los peligrosos y de los muy peligrosos, sin importar tanto el delito sino el acto delictivo en si y, como ahí dicen: "Bandido Bueno Bandido Muerto".
Estas son las cifras:
• 1945-1999 hubo 2.579 intentos de linchamiento.
• 1.150 personas fueron salvadas en el 90% de los casos por la Policía.
• 1.221 personas fueron linchadas por furibundas hordas ciudadanas, golpeadas, apedreadas, mutiladas, etc.
• Además de todo esto, 782 fueron asesinadas.
• Y 439, heridas de gravedad.
El caso más reciente es el de un toxicómano de 17 años que robó una bicicleta en Sao Paulo para comprarse su dosis. Entre varios individuos lo detuvieron y 2 de ellos lo llevaron a un apartamento donde le tatuaron en la frente, “soy un ladrón y un vacilón”, mientras el ladrón lo repetía con voz entrecortada; ellos grabaron la escena y la colgaron en la Red, volviéndose el vídeo viral en unas horas.
Ambos tatuadores, de 27 y 29 años, han sido detenido por la Policía y acusados de tortura.
Pero esto no queda aquí, y además de la tortura física, ahora se está imponiendo a la vez la psíquica, la TORTURA 2.0, la de la Red, una suerte de linchamiento mediático paralelo.
Esto suele ocurrir en los barrios pobres y en las favelas de la ciudad, donde la Policía apenas pone el pìe, por lo que sus habitantes se revelan contra la delincuencia, creando grupos armados de vigilancia ciudadana.
El problema es que con esta Justicia de a pie nos retrotraemos decenios a la situación de la Ley actual, aunque también podemos entender, aunque no lo compartamos, que en barrios marginados donde impera la Ley del más fuerte, la comunidad se erija en JUEZ, JURADO Y VERDUGO.