Submitted by jorge on Thu, 30/03/2017 - 06:51
Estas serían las palabras que pronunciaría cualquier taleguero de pro ante la concesión de un Permiso Extraordinario.
¿Por qué?
Simplemente, porque lo habitual en una salida de Permiso Extraordinario es salir de prisión engrilletado, ser trasladado en Canguro (transporte policial) hasta el hospital, tanatorio o lugar donde se encuentre el familiar enfermo o fallecido -estos permisos suelen otorgarse en casos especiales de fallecimiento o enfermedad familiar y algún motivo importante más-, llegar al lugar acompañado de dos agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado nuevamente engrilletado, permanecer unas horas o una jornada junto al familiar custodiado por ambos agentes y esposado (si así ellos lo deciden) y, una vez terminada la visita, dependiendo del tiempo que se conceda a tal efecto, regresar al Canguro y de vuelta a tu prisión, tu módulo y tu chabolo.
Por dicho motivo, solo algunos aceptan los Permisos Extraordinarios, porque tienen poco de permiso y mucho de peregrinación encadenada.
En el caso actual deTxapote, quizás lo dejen unas horas solo con su padre en la casa familiar –los agentes esperarán fuera o en una habitación contigua-, quizás también le quiten las esposas durante ese rato y hasta le permitan pernoctar esa noche en dicha casa, pero lo habitual es lo otro, lo del párrafo anterior.
Y en la mayoría de las ocasiones, al igual que en esta, son los Jueces de Vigilancia Penitenciaria los que toman el riesgo y conceden dicho permiso, ya que los miembros de la Junta de Tratamiento de cada prisión y aunque conocen de manera más cercana al interno, no se suelen mojar informando positivamente, no vaya el “malo” a hacer mal uso del permiso o pirarse, y ellos se queden sin sillón bajo el culo.