Submitted by jorge on Mon, 23/11/2015 - 06:24
El Tribunal Supremo realiza una estadística de los procesos que por ese órgano judicial pasan, y descubre, con asombro, que el 20% de los delitos recurridos son de abusos sexuales.
Día a día se incrementan y/o se denuncian más los casos de abusos sexuales, especialmente a menores, de los cuales el 70% suelen darse en el entorno familiar.
Parece mentira que los mayores depredadores sexuales de niños, y más de niñas, suelen ser los padres, padrastros, tíos, vecinos, y hasta hermanos, aunque también y por motivos de la crisis, estos hechos ocurren en los pisos compartidos por varias familias.
Como hemos mencionado, es mayor el número de niñas que de niños víctimas, siendo la edad promedio de los mismos 11 años. Pero lo más llamativo es que no se trata de actuaciones puntuales, sino practicas ejercidas durante años y solo a la edad adulta algunos de ellos se atreven a denunciar.
Amenazas como, “si cuentas algo la familia se rompe, “si lo dices te quitaré el perro y los regalos que te di” y otras excusas evitan que el niño hable, aunque no siempre es la víctima la que silencia el abuso, sino que en ocasiones otros miembros de la familia conocedores que en su entorno familiar se comete este delito, silencian el caso para evitar la cárcel al abusador o el qué dirán los vecinos.
El resultado de estas experiencias son adultos inestables, con insomnios y angustias, dificultad para relacionarse en pareja y otras muchas dolencias psíquicas.
Pero el verdadero problema es que muy pocos de estos delincuentes-enfermos encuentran la curación, ya que la cárcel lo único que consigue es acentuar durante el tiempo de reclusión sus ansias de retomar su actividad desviada, y la mayoría de tratamientos son infructuosos.
Una opción más eficaz es controlar más el círculo cercano de nuestros menores.