Submitted by jorge on Mon, 03/08/2015 - 00:48
El crimen ha sido horrendo, injusto, cruel… ha degollado a sus dos hijos menores de edad, es verdad.
Pero es igualmente verdad, que apenas han pasado unos días desde la comisión del delito y el fiscal ya está lanzando las campanas al vuelo pidiendo la crucifixión del imputado, contentar al pueblo enardecido con una pena ejemplar, ser el primer fiscal en lograr una condena a Cadena Perpetua, revisable pero P-E-R-P-E-T-U-A, en fin, colgarse lo galones para ascender de manera meteórica en su carrera.
Pero de lo que los ciudadanos no se percatan es que ya contábamos con anterioridad a este nuevo Código Penal con una pena difícilmente superable, la de un máximo de 40 años para las condenas de extrema gravedad, especialmente las de terrorismo, y que con esta nueva modalidad la opción de revisión comienza a partir de los 25 años, aunque el abanico de delitos y agravantes es mucho más amplio.
Condenar a un ser humano a permanecer el resto de su vida en prisión sin opciones de salida y a expensas de la decisión de un grupo de “profesionales” que puedan o no decidir su libertad, es eliminar toda esperanza de futuro y, por lo tanto, de vida.
Que lo juzguen y condenen en consecuencia, pero sin tanta parafernalia ni amenazando con un tipo de condena que solo el Gobierno del PP apoyó.