Una nueva fórmula de prevención de la radicalización islamista es la que el Ministerio de Interior Español pone en funcionamiento apoyándose en Imanes musulmanes que pueden entrar en prisión a fin de aconsejar a los jóvenes presos musulmanes propensos a ser adoctrinados y radicalizados por otros extremistas.
Todo esto se basa en un acuerdo de cooperación con la Comisión Islamista de España y que, supuestamente, debería funcionar de manera fluida y llegar a parte de los 7.000 reclusos musulmanes residentes en la prisiones españolas.
Pero no es así.
La docena de Imanes repartidos por la geografía nacional apenas llegan con sus consejos, lecturas, respuestas y colaboración a unos pocos internos, esos que se atreven a inscribirse en estas sesiones de asistencia a los presos musulmanes, ya que la mayoría de ellos, temen el control que lleve a cabo la Administración Penitenciaria a los que se inscriben en prisión.
Por otro lado, no cualquier Imán es apto para impartir estas sesiones, dado que han de conocer el idioma español, la idiosincrasia del país donde residen y la mentalidad de los jóvenes pertenecientes a las diversas nacionalidad que les escuchan.
Dicen que venden a los presos un Islam de "convivencia", pero para que no se radicalicen y tomen en serio esta "convivencia" serían necesarias muchas horas de asistencia, máxime, cuando en el patio escuchan durante horas y días la versión contraría, la de sus compis radicales con más tiempo y ganas que la de los Imanes.
Además, este proyecto produce desconfianza por parte y parte:
* Por parte de la Administración, las dudas vienen a la hora de la elección de los Imanes, ya que rechazan muchas propuestas de las comunidades musulmanas y de los que aceptan, algunos pueden ser potenciales adoctrinadores encubiertos.
* Por parte de las Comunidades Musulmanas, los Imanes y los internos musulmanes, las incertidumbres se centran en la falta de líderes religiosos con conocimientos del idioma y de la idiosincrasia de nuestro país, la desconfianza de los presos musulmanes a ser controlados por la Administración Penitenciaria o por los propios Imanes, y la falta de recursos económicos, ya que este último punto impide que los Imanes puedan desarrollar de una manera más satisfactoria su labor, dado que viven de sus correspondientes trabajos y estas acciones solo las pueden ejercer en su tiempo libre.
Por todo ello y aunque el programa en sí podría ser novedoso y eficaz para evitar el aumento del adoctrinamiento islamista en las cárceles (el 6,7% de los radicales se adoctrinaron en prisión), o se plantea con más medios y con un apoyo y una confianza mutua y amplia entre las comunidades musulmanas y la Administración Penitenciaria, o el proyecto quedará en papel mojado y el peligro seguirá creciendo.
http://politica.elpais.com/politica/2016/11/29/actualidad/1480445877_689530.html