Submitted by jorge on Mon, 01/06/2015 - 17:59
Algunos jueces han de salirse con la suya SÍ o SÍ, quizás por orgullo, quizás por motivos ideológicos, o solo, quizás, porque se creen en poder de la razón y por ello deban utilizar cualquier instrumento que la Justicia ponga en sus manos, cualquiera.
Estamos ante un caso de estos al que, aparentemente, se le ha aplicado la Ley de manera correcta y contundente, máxime, cuando se trata, en principio, de un delito relacionado con el terrorismo.
Porque el imputado por tal acción es Carlos Calvo, condenado a 12 años de prisión por pertenencia a banda armada –Resistencia Gallega-, y absuelto en 2015 por el Tribunal Supremo por este delito, quedando su condena en 7 años por posesión de explosivos.
Pues hace 2 meses escasos lo vuelven a enjuiciar, los mismos jueces de la ocasión anterior, Grande-Marlaska y Nicolas Poveda de la Audiencia Nacional, en esta caso, por colocar explosivos en un cajero automático.
Como el abogado defensor logra demostrar que Carlos se encontraba el día de autos lejos del lugar de los hechos, los jueces dan la vuelta a la tortilla y, sin prueba alguna, lo condenan a 7 años (los mismos que le había descontado el Supremo en el juicio anterior), por proporcionar los explosivos a ALGUIEN (que nadie conoce), para cometer el atentado del que nadie puede aportar pruebas ni testigos.
¿Qué ocurre, que los jueces condenan porque les da una pataleta por haber quedado en entredicho ante el Tribunal Supremo y posteriormente, ante el abogado defensor?
Mal vamos, y el rencor es un mal sentimiento en el corazón del colectivo de magistrados.
https://www.diagonalperiodico.net/libertades/26587-la-parcialidad-al-descubierto.html