Submitted by jorge on Wed, 09/03/2016 - 06:51
Cada uno puede o no aceptar las relaciones homosexuales en una sociedad abierta, estar de acuerdo con ellas o pensar de distinta manera, pero lo que no debe hacer nadie es agredir física, verbal o gesticularmente a las personas que han elegido ese tipo de relación como forma de vida.
Porque no nos encontramos ante una enfermedad como se catalogaba la homosexualidad hasta bien comenzado el siglo XX, ni una perversión, ni una degeneración, tan solo ante unos sentimientos, atracción o forma de relacionarse diferente a la que uno pueda tener, quizás a la catalogada como “normal” por una gran parte de la sociedad.
Pero lo que es intolerable desde cualquier punto de vista, es que un jefecillo, porque no se trataba del mandamás de la empresa sino de otro trabajador de un escalafón laboral superior, maltrate a una cajera de un supermercado por conocerse su relación con otra chica.
Durante 7 meses fue increpada y despreciada por este jefe que se consideraba Juez, Jurado y Verdugo por depender la chica de su departamento, situación que el Juzgado donde ella denunció el caso tildó de maltarto, por lo que condenó al “jefecillo” a una pena por un delito contra la integridad a 14 meses de prisión y una indemnización de 5.000€ por los daños morales resultantes de este trato.
Y no solo lo condenó este Juzgado, también lo ratificó la Audiencia de Barcelona al recurrir el condenado dicha sentencia.
Aviso a navegantes: VIVE Y DEJA VIVIR.