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BUENO PARA ESTAFAR, MALO PARA PAGAR CONDENA

 
En prisión se encuentra uno con todo tipo de personas Condenadas -no hablamos ahora de lo Preventivos-, los Reclusos de pro, esos que llevan entrando y saliendo de prisión desde tiempos inmemoriales y se han curtido dentro de esas cuatro paredes, los Novatos que cometieron un error, acabaron con sus huesos dentro y cumplen su condena de la mejor manera posible, los que juran y perjuran que son inocentes a pesar de saberse que no lo son y discurren de mala manera por el tiempo de condena, los llorones que tratan de beneficiarse del arte de chivateo a los Funcionarios a fin de recibir un mejor trato y así, infinidad de personalidades que transcurren por los patios de nuestras cárceles.
 
Algunos de estos estereotipos de Presos no son bien aceptados por sus compis, otros se acomodan de mejor o peor manera a la vida en los patios junto al resto, pero todos, los mejores y los peores de ellos, han entrado a cumplir después de ser condenados.
 
Pero sí hay un tipo de Condenado que realmente nos cuesta aceptar, es ese que a la hora de delinquir no ha tenido ningún reparo en hacerlo, a sabiendas de lo que llevaba cabo, sin importarle el daño que podía causar ni reparar en otro tipo de resultado adverso derivado de su acción, y que a la hora de ser juzgado y sentenciado busca cualquier tipo de treta o artimaña –económica, sanitaria, judicial, etc.- para no entrar en la cárcel.
 
Pues como se dice en la cárcel, “si la cagas, la pagas”.
 
Enrique Irazabal, de 73 años y oriundo de San Sebastián y que figuraba, dependiendo del negocio que proponía, con los alias “de Henry Hughes, de Luis Rivera, de Luis Braun, de Josef Guzman, de Roberto Urrutia, de Heuk Labazh, de José Goicoechea, de Henry Hellinger, de Carlos Suárez, de Equirne Labazari, fue condenado en 2017 por la Audiencia Provincial de Zaragoza y después de muchas vicisitudes por el caso Gallur, una estafa realizada en el 2006 por más de 4 millones de euros, a 6 años y 4 meses de prisión, una Multa de 2.095.700€ y una Indemnización a los afectados de 4.137.000€ por los delitos de Estafa Agravada, Falsedad, pertenencia a Grupo Criminal y Blanqueo.
 
El Tribunal Supremo, en 2019, rebajó la condena a 4 años y 5 meses (otros medios aseguran que a 3 ½ años), pero su estrategia para no entrar de nuevo en prisión y ganar tiempo, ya que en la década de los años 90 fue condenado en Estados Unidos a 5 años de prisión, ha sido la de recurrir todo lo recurrible, entre otros, alegar problemas de salud (padecer Alzheimer), cambiar de abogado, solicitar el Indulto, recusar y querellarse contra varios Magistrados de la sección 3ª de Zaragoza que lo condenaron -recursos que no prosperaron-, y cuando el tribunal ordenó su ingreso definitivo en prisión, en junio de 2020, desapareció, por lo que se emitió una orden de Busca y Captura.
 
Pero en realidad, seguía viviendo en Madrid, en un lujoso chalet de Arturo Soria que estaba hipotecado en varias ocasiones, hasta que el 18 de septiembre ha sido arrestado en Aranjuez, solicitando el juez su ingreso en prisión.
 
Ahora es Instituciones Penitenciarias la que se pronuncie en si lo mantiene preso debido a “sus enfermedades” y edad o lo dejan libre con un control telemático.
 
El hombre de los mil nombres, de los mil pasaportes y de los mil negocios de estafas se encuentra en prisión después de eludirla durante años.
 
Ahora se verá si su estrategia de evitar la cárcel termina o no cuajando. 
 

Mapa penitenciario

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