Submitted by jorge on Fri, 22/01/2021 - 06:26
Una historia propia de un viernes, con un comienzo penoso, por no decir, escandaloso, y un final esperanzador.
El hecho ocurrió en Orlando, Estados Unidos, lugar que se caracteriza por los inmensos parques de atracciones de Disney, motivo por el que la mayoría de la gente camina sonriendo y animada por las calles de la ciudad, la mayoría, menos uno.
En un típico restaurante de la ciudad, Mr. Potato, unos padres pidieron su menú de comida, a pesar de que se encontraban acompañados de su hijo de 11 años que, con cara compungida, miraba al infinito.
La camarera, Flavaine Carvalho, extrañada al ver que los padres solo habían solicitado comida para ellos dos, les preguntó si no harían lo propio con el niño, a lo que respondieron que el menor comería más tarde en casa.
Ella, extrañada al ver la expresión de tristeza del menor y descubrir con la mirada unos arañazos y moratones en ojos y brazos y, dado que era el único que se encontraba de frente a la barra -los padres daban la espalda a la camarera-, escribió en un folio que le mostró al pequeño, “¿estás bien?”, a lo que éste respondió con un leve gesto afirmativo nada convincente, por lo que ella insistió con otro mensaje, “¿necesitas ayuda”, a lo que el niño volvió a asistir imperceptiblemente.
No lo dudó y llamó a la Policía.
Los agentes se personaron en el local e interrogaron a los padres, para acto seguido subirle las mangas de la camisa y encontrarse moratones en los brazos, realizando el niño una mueca de dolor.
Cuando trasladaron al pequeño al hospital y después de ser examinado por los médicos, se encontraron hematomas de golpes por todo el cuerpo, por lo que lo interrogaron y éste, una vez protegido, denunció las palizas que le daba su padrastro, con puños, la escoba y otros utensilios, mientras su madre observaba y no reaccionaba.
Por supuesto, al hombre, T. Wilson de 34 años, lo arrestaron por 3 cargos de Abuso Infantil con agravante y 1 de Negligencia Infantil, mientras la madre fue detenida por 2 cargos de Negligencia al no proteger a su hijo.
No nos gusta la gente chivata ni metomentodo, pero tenemos que reconocer que gracias a la perspicacia y valentía de esta camarera que de seguro tiene hijos, se ha salvado la vida de un niño que viendo la trayectoria de maltrato que llevaba a sus espaladas, hubiera podido acabar como víctima de un homicidio.
Este tipo de delitos, donde los menores son las víctimas, sí se deben denunciar y aplicar la condena más severa a esto maltratadores y abusadores infantiles, con la prohibición una vez salgan de cumplir su condena, de no poder convivir con menores o tener más hijos.
Quizás sea una observación muy dura, pero no soportamos a este tipo de delincuentes.