Submitted by jorge on Mon, 19/10/2015 - 06:24
Hace unos días una mujer insultó durante varios minutos a dos musulmanas que, embutidas en su burka, tuvieron que soportar los improperios sin que nadie, salvo el conductor del autobús, interviniera.
Pero este no es un caso aislado acaecido por arte de birlibirloque en Londres y para de contar, no.
Situaciones similares se están dando en muchos de los países de Europa, y el revoltijo que se armó en el caso que nos atañe es de los más tranquilos, ya que si nos ponemos a analizar la quema de edificios para inmigrantes en Alemania, agresiones a mezquitas en España, ataques a Sinagogas en Francia y otros hechos acaecidos en diversos lugares, nos encontramos con unos encontronazos raciales que, con la llegada masiva de inmigrantes procedentes de varias naciones africanas y de Siria, principalmente, se acrecientan de manera peligrosa pudiendo derivar en una escalada de la violencia física en nuestro viejo continente.
La situación económica negativa de nuestro continente además de otros factores, no hace más que avivar esta chispa xenófoba, todo ello ayudado por la intransigencia de los miembros de diversas nacionalidades y etnias en adaptarse de alguna manera a nuestras costumbres y no aislarse y enconcharse en sus maneras y creencias.
Difícil equilibrio en un mundo que, a pesar de la globalización, se encuentra cada vez más fragmentado social y económicamente.