Submitted by jorge on Thu, 31/08/2017 - 06:05
Hemos visto de todo.
La imaginación humana no tiene límites a la hora saltarse las Leyes con ingenio, aunque con ello pueda perjudicar a terceros inocentes o ignorantes del hecho en sí.
Hemos visto introducir en prisión todo tipo de drogas embaladas en condones y alojadas dentro del ano de presos que regresaban de Permiso, al igual que otros productos prohibidos. Lo hacían en su propio beneficio y como correos de otros, principalmente, de los Kies del módulo.
Hasta ahí lo aceptamos, dado que es un riesgo que ellos corren y cuyas consecuencias, en caso de ser detectada la droga, las tendrán que pagar con sanciones y partes muy severos.
Lo que ya no podemos tolerar ni entender es que presos obliguen a sus parejas, esposas, hermanas y madres, a introducir dichos productos prohibidos dentro de su vagina en las Comunicaciones de Vis a Vis, con el consecuente peligro para ellas en caso de ser auscultadas.
Lo mismo ha ocurrido en Brasil, aunque en una situación aún más peligrosa que la de los casos ya mencionados, ya que una madre en compañía de su hija de 2 años fue a visitar a la pareja de ella a la prisión de Junqueirópolis, municipio del estado de Sao Paulo, cargando la niña en su estómago 3 baterías para el preso.
Algo notaron los funcionarios de prisiones que llevaron a la niña a un hospital cercano a realizar unos Rayos X, momento en que localizaron las baterías que la niña expulsó en el baño.
Y en otra cárcel de Brasil, la de Guarulhos, otra mujer entró con su hijo de 2 años a visitar a su pareja, localizándose en el estómago del niño un chip y una batería de móvil.
No nos sorprende que estos reclusos forzaran a sus parejas a introducir estos objetos -hay de todo en prisión, gente buena, no tan buena y verdaderamente cruel-, lo que si nos deja atónitos es que ambas madres y con el único fin de contentar a sus parejas o por encontrarse amenazadas por estas, pongan en peligro la vida de sus hijos.
Además, por unas baterías y un chip de nada.
Qué pena de sociedad.