Submitted by jorge on Fri, 23/02/2018 - 06:43
Un título algo atípico, pero la noticia de hoy es llamativa para el ciudadano del común, no para el que haya pasado por prisión.
Un joven británico de 24 años capturado por la Policía de ese país por ser sospechoso de trapichear con droga y haberla ingerido en el momento anterior a ser detenido, lleva 36 días en el calabozo a la espera de evacuar la supuesta mercancía para ver si pueden imputarlo.
La Policía ha solicitado 6 prorrogas al Juez para mantener al detenido bajo custodia, y él, aguantando como un jabato y batiendo el récord mundial de resistencia sin hacer sus necesidades.
Los que han pasado por prisión conocen de primera mano esta situación, ya que es habitual que el interno que vaya a salir de permiso reciba encargos y dinero de los diferentes compis para que a su regreso de dicho permiso, venga cargado de merca para todos esos inversores: Coca, caballo, hachís, marihuana, pastis, etc., productos que embala en cordones antes de regresar y se los introduce analmente o se los traga sin realizar ningún tipo de ingesta antes de evacuar.
Una vez llega de vuelta a prisión, los compis lo esperan ilusionados en el patio, cuando realmente su regreso les importa un bledo, no así los encargos que trae para todos.
Y entonces pueden ocurrir dos cosas:
* Que llegue al módulo después de pasar por ingresos y los inversores lo lleven al tigre (aseo) del patio y lo obliguen a hacer sus necesidades para pillar cada cual su parte de la mercancía, todos rodeándolo mientras él, en cuclillas, realiza grandes esfuerzos para evacuar, a la vez que dos vigilan la entrada del tigre para que nadie entre o avisen la llegada de los funcionarios.
* Que los funcionarios estén alertados de la llegada de la mercancía dentro del cuerpo del interno e impidan que éste entre en el tigre del patio realizando continuos paseos para evitarlo y disuadir así al resto de compis. Después esperarán que el pájaro en cuestión suba a su chabolo tras la comida y una vez se cierren las puertas de las celdas a la hora de la siesta, caerle de improviso cuando calculan que ha expulsado los condones (tienen un ojo experto para ello) y decomisarle la droga y llevárselo a Aislamiento.
Por lo tanto, se trata de una situación parecida a la del inglés, solo que una se produce en una comisaría a la espera de..., y la otra ocurre de continuo en nuestras prisiones.
Todo está inventando en el mundo policial y penitenciario.