Submitted by jorge on Tue, 13/02/2018 - 06:43
Nos venimos a enterar que el número de mujeres presas en México ha aumentado más de un 100% entre los años 2016 y 2017, lo que no había sido habitual en dicho país, dado que la mujer de ahí era poco dada a delinquir y más proclive a permanecer en el hogar y cuidar de sus hijos.
Sin embargo, el aumento no se debe a delitos vinculados a una delincuencia relacionada con el mundo del narcotráfico a lo “Reina del Sur” o equivalente, esos son la excepción, sino, en la mitad de los casos, a delitos relacionados con el mundo de la droga pero a nivel callejero: al menudeo, al consumo propio, a ser mulas para narcotraficantes mayores, etc. y, en la mayoría de las ocasiones, con el fin último de dar de comer a sus hijos a pesar del enganche a la droga que padecen algunas de ellas.
Son mujeres con un bajo nivel de educación, pobres, residentes o procedentes de comunidades marginadas, víctimas de agresiones sexuales y su caída en la delincuencia es debido a factores como la violencia de género, la feminización de la pobreza, sus adicciones o cubrir y apoyar a su pareja masculina en el acto delincuencial en una sociedad donde el que da las órdenes es el hombre.
A pesar de dicho aumento, la diferencia entre hombres y mujeres reclusas es tremenda, ya que de los primeros hay registrados unos 217.000, contra apenas 11.000 mujeres, tan solo un 5,1% de la población penitenciaria del país.
En España las cifras son algo diferentes, aunque el perfil de las presas es similar: mujer con hijos procedente de comunidades marginadas y machistas, sin apenas estudios, dependiente del marido y, en muchos de los casos, vinculadas al mundo del trapicheo de la droga, del robo y, algunas, procesadas por homicidio.
Las extranjeras residentes en nuestras prisiones suelen estar también recluidas por delitos contra la salud pública, en especial, por actuar de mulas de las mafias de la droga, además de las que se encuentran presas por delitos de robo organizado.
En nuestro país el porcentaje de mujeres presas es el 8% de la población penitenciaria total, mayor que el registrado en México a pesar de la diferencia de reclusos masculinos, donde el país centroamericano cuadruplica nuestras cifras.
Es patente las similitudes entre las presas españolas y mejicanas, que podríamos extrapolar a algunos otros países latinoamericanos.