Submitted by jorge on Wed, 16/12/2015 - 06:51
Hace unos días nos vinimos a enterar que un profesor francés fue agredido por un encapuchado, supuestamente yihadista, que le propinó varios cortes de los que tuvo que ser atendido con posterioridad.
Esto motivó un gran despliegue policial en la ciudad y el aumento de los controles en los colegios, dada la histeria colectiva que sumada a los atentados anteriores se había creado en Francia.
Ahora resulta que donde dije Digo digo Diego, y que todo se trataba de un montaje del profesor en busca de encender las alarmas contra los musulmanes o, quizás, de encontrar ese minuto de gloria que muchos perseguimos.
Pero en qué cabeza cabe, poner a todo un Estado en guardia, infundir miedo en sus congéneres y desestabilizar la ya delicada convivencia entre musulmanes y miembros de otras religiones por un capricho personal.
A este tipo de personajes se les debería aplicar un correctivo acorde al resultado de su “gracia” y no de acuerdo al delito, que podría ser menor.