-Piba, ¿tienes un truja pá el menda? –le suelta este último con voz gangosa.
-No, mijito, no fumo –responde ella algo estirada.
Se sienta y espera su turno. Al cabo de un rato ya han pasado dos. Desea que su espera no se alargue mucho, ya que de cuando en cuando le sobrevienen las arcadas, aunque nada comparable a las que sintió por la mañana. Además, no se siente cómoda con el menda que le ha pedido el cigarrillo. La mira de una manera, que no…, que no le gusta nada, pero prefiere pasar del tema a entrar en una discusión.
-Titi, ahora que nos hemos quedaó solos, disme, ¿cómo te llamas?
Ella lo observa por un momento, en silencio. Están solos y, aunque la puerta de la sala se encuentra abierta y de continuo pasa alguien, no las tiene todas consigo. Mejor responde y se evita algún mal rollo.
-Mi nombre es Elisabeth María y soy de Colombia.
-Je, je, je, eso de que eres sudaca ya lo sabe el menda. ¿Y en que módulo de pibas estás? –vuelve a preguntar, así, de reojo y mirándola al completo.
Nada, que no me gusta nada este man, que no me mira sano, piensa, pero contesta:
-Vivo en el módulo 13 y soy la economatera.
-Joder, piba, entonces mueves parné. Pues me molaría tener un rollito con una sudaca con pasta, y cartearnos y después ir a los vis a vis y también…
-Oiga, mijito, no me joda y me respeta. Yo no soy ninguna sudaca. Soy colombiana y suramericana. No tengo billete y no me voy a cartear con usted, ni ir al vis-vis, ni nada. Además, tengo un novio en el módulo 10 y le llaman el Filetes. Así, que si quiere algo, hable con…
-A ver, Jiménez, pasa a consulta –interrumpe la voz de uno de los destinos del lugar.