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DE LAS PAREJAS Y SUS RELACIONES EN PRISIÓN (198)

Por un momento, la suramericana, con el pánico en el cuerpo, se aturde pensando en esa masa de vida y odio yéndose contra ella. Está atemorizada por el riesgo de sufrir una agresión física, por la reacción que puedan tomar las funcionarias derivada de este enfrentamiento, pero en especial, teme por el ser que ya siente vivo dentro de su cuerpo. Por ello se parapeta detrás de la mesa, al acecho de la reacción que pueda tener la gitana. 

Ésta, con su tremenda figura y una respiración entrecortada debido al incremento del latir de su corazón, permanece, sin embargo, estática en el mismo lugar donde hace un instante se encontraba sentada. Mira a su contraria con una intensidad dañina en los ojos. Entonces se gira para salir del recinto, no sin antes sentenciar señalando con su índice morcillón en dirección a la mesa:

-So guarra, tás creido qué tú vas a desir a la Patri lo que ésta face o no face. Tás metío en keli ajena y no sus voy a dejar ni estu –le grita con vozarrón de barítono fumador mientras marca con el pulgar la punta del índice – y me importa un carajo que estés preñá o no, pero ojito en el patio, que sus busco y sus encuentro; estás jodía, estás moría.

Y con esta maldición gitana sale penduleando del economato. Elisabeth María permanece aún un buen rato en esa postura inamovible, temblando por dentro, tiritando por fuera; está asustada, de verdad. A partir de ahora, ambos, ella y lo que viene de camino, se tendrán que cuidar de un posible ataque corsario, en el lugar menos pensado, y proveniente u ordenado por la reinona cíngara. Tremenda mierda de vida la de acá, piensa Elisabeth Maria, encima de estar jodida, encerrada, sola, carente de todo vínculo familiar, tiene una que cuidar de su vida, y por otra, por hacerle una favorcito a una paisanita. Qué joda. Pero bueno, por lo menos las funcionarias no han puesto la oreja y la vaina no se pondrá maluca.

Se encuentra aún pensativa, ahora ya aposentada en la silla pero con todo el checherechero desperdigado alrededor de la mesa objeto del atentando romaní, cuando su compi de destino hace aparición en el lugar.

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