Elisabeth María lo pone en antecedentes. Narra toda su aventura, desde el comienzo, pasando por el viaje y sus preparativos, hasta la llegada y su detención. Habla de su inocencia, de su credulidad infantil y de su estupidez, de la confianza puesta en John Jairo, y como éste, aprovechándose de su candidez la envió al matadero, sí, al matadero, ya que en los aeropuertos de Europa y en especial, en los de España, tal y como sus compañeras le vinieron a contar con posterioridad, están preparados para detectar a las mulas, que como ella, llegan a diario cargadas con droga desde Suramérica.
Fernando le explica que aún han de conocer la petición fiscal para hacerse una composición de lugar. Además, hay que esperar al resultado de la analítica de la droga decomisada, ya que no es lo mismo que te pillen con un kilogramo de cocaína a un 90% de pureza, a que sea la misma cantidad con un pureza de apenas un 65%, por ejemplo, dado que la petición fiscal se basará solo en el peso de la droga pura. No obstante, a partir de 1kg. la petición habitual es de 9 años, a no ser que busquemos alguna eximente y entonces, bla, bla, bla…
A estas alturas de la conversación la pobre colombiana anda más perdida de lo que ella pensaba en un principio. Si bien sus compañeras de penas le habían puesto en antecedentes de muchos de los detalles inherentes a su caso, los tecnicismos del letrado unidos al lenguaje utilizado por éste, evitan que comprenda gran parte de los argumentos ahí descritos. Pero le gusta el man. Es el primero de los tinterillos conocidos que le inspira cierta confianza. Veremos cómo se camella después mi caso, piensa. Se despiden con la conformidad de Elisabeth para que se haga cargo de su defensa.