Submitted by jorge on Tue, 20/07/2010 - 08:22
Espera dos días, y aprovechando la entrega de los billetes de exportación que el Ciriaco recibe quincenalmente de él, lo pone al tanto. Para eso se encuentran, como es habitual, en alguno de los economatos. Cada quince días quedan en uno diferente para no levantar sospechas. Y como los economateros estan en el ajo de toda esta estructura que huele a podrido, callan y miran para otro lado. De todas maneras, el Filetes es lo suficientemente hábil, para entregar el grueso sobre de dineros sucios al jefe de servicios en un descuido del economatero, por lo que estos presuponen, que el funcionario y el compi se reunen para elaborar las estrategias de la distribución y poco más.
Esta mañana se dan cita en el economato del 11. El ayudante se pira a dar una vuelta y Juan, el economatero, se mantiene en la ventanilla atendiendo a la marabunta. Ambos, el jefe de servicios y el Filetes, con el café en la mano, se hacen a un lado y bajan el tono.
-Mira, Ciriaco, te he traido el parné para enviarlo lejos –comenta el Filetes tocándose el bolsillo.
-Don Ciriaco, cabrón, don Ciriaco, que soy un jefe de servicios.
-Venga, tronco, eso era antes cuando me puteabas, pero ahora que estás metido hasta el cuello en el bisiniss, ¡qué cojones! -responde el Filetes altanero.