-Qué bello, qué historia tan bella –suspira otra de las paisanas.
-Qué emoción, yo también quiero sentir algo así –dice la de más allá.
Ella continúa narrando sus vivencias con el corazón henchido de la emoción; ellas mantienen la respiración para no perder ripio de lo que ahí se cuenta. No todos los días una de las chicas disfruta de su primer Vis-vis con otro interno, y menos, con un resultado como éste.
Al Filetes también lo esperan, ansiosos, pero de otro tipo de historia. Algunos, de reojo, buscan huellas de morados en su cuello. No las ven. Mal empezamos, piensa más de uno.
El Filetes no se encuentra cómodo. Por un lado, no puede defraudar a sus compis; tiene que darles carnaza, y en su caso, mucha, ya que es uno de los mejor considerados del módulo, no solo por el tipo de delito, sino por hacerse respetar y comandar una banda en el exterior. Es un líder, sin llegar aún al nivel de un Kie; demasiado joven para tanto galón.
Por otro lado está Elisabeth, por la que a estas alturas siente más que una fatal atracción. Le pone, pero además, los sentimientos han hecho su aparición, y eso a él, no le gusta; no puede controlarlo. Tampoco quiere dejarla mal delante de sus compis, pero…, su posición y nombre no pueden quedar en entredicho.
-Pues nada, mendas. Llegamos al vis y la gachi quería guerra. Y le di lo que necesitaba, guerra. Se bajó al pilón, joder, y no veáis como se lo monta la piva; toda pá dentro. Después la empeloté y por detrás…