Hola tronca:
Se que me pase mogollon contandole a la peña nuestro Vis-vis, pero tu sabes, que uno tiene que demostrar quien es, ¡con dos cojones! Cuiero que me perdones, porque me molas que te cagas y no cuiero perderte.
Escríveme y dime como estas y si quieres verme otra vez. Es chungo estar en este talego solo y tu me molas y estas buena y ademas me pones, tia.
Si cuieres decirme algo, mandame una nota con el Economatero, que el menda se enrolla.
Bueno, chorba, que lo que te cuen, que me perdones.
Tu Filetes, el que mola
Elisabeth María no sale de su asombro. Qué basto es este man, piensa, aunque tiene su chispa. En Colombia los hombres le hubieran dirigido palabras más tiernas, tales como: mamita, te adoro, suspiro por ti, mi amorcito, mamasota; pero éste vergajo: que si chorba, molas, cojones, ufff, estos españolitos si son jodidos.
Mientras elucubra estos pensamientos, una sonrisa florece en sus labios. Las comisuras dan de sí y unos espectaculares dientes blancos hacen su aparición. No sonríe desde hace días y la lectura de la carta, aunque ruda, suaviza su ánimo. Además, el man se disculpa y reconoce su error, y eso, en un menda como el Filetes, es todo un mundo.