Ni ella misma se reconoce. Sus palabras la sorprenden. Hace aún poco tiempo ni se le hubiera pasado por la mente decir lo que ha dicho, pero después de la temporada transcurrida aquí, el sufrimiento vivido y la experiencia mantenida con el Filetes, la pudibundez adquirida durante su educación comienza a evaporase dejando paso a una personalidad más arrebatadora y transgresora, por qué no.
-Elisabeth María, me dejas de pedra. Mira que he vivido con vose muchos meses, pero llevas unas semanas tan…, no sé…, tan, tan louquiña, ja, ja. La verdad, con vose los nervios me desaparecen –le sonríe mientras se acerca a ella y la abraza.
-Obrigado, Elisabeth María, muito obrigado por tu compañía y tu amistad. Nunca lo olvidaré.
-Tampoco yo a usted, pelada, tampoco yo a usted.
Cuando esa noche todas se reúnen alrededor de la mesa a cenar, las compis avasallan a la brasileira con preguntas. Desde que llegara hace una hora del vis-vis nadie ha podido hablar con ella y ahora es el momento de sacarle información. Todas están ansiosas de gozar esa experiencia aunque solo sea a través de las palabras y de su imaginación.
Sin embargo la carioca desvía los balones fuera con frases cortas y esquivas:
-El vis-vis fue muito bem.
-El garoto es charmoso.
-Es mutio ardente en la cama.
Ya con esta última frase, la calenturienta fantasía del respetable adquiere visos de gran incendio. Algunas mantienen en vilo la cuchara sopera mientras sus ojos danzan alrededor de la afortunada. Otras pierden la mirada en el infinito de la gran tapia del patio. Y alguna osada no evita bombardearla con preguntas más incisivas.