Submitted by jorge on Tue, 20/03/2018 - 06:43
Otra fuguilla más.
Y decimos fuguilla porque de gran Fuga no se trata, sino de una de las típicas huidas de una conducción de la cárcel a un Juzgado o a un Hospital.
Y hemos visto y conocido bastantes de estas “escapadas” de presos que son custodiados por dos miembros de la Guardia Civil o Policía en una conducción a, por ejemplo, un Juzgado y, en un descuido y entre el bullicio de las personas que en los pasillos se acumulan, es cuando el preso aprovecha para dar un par de codazos a sus acompañantes y salir por patas, esposado o sin esposar. Después, dependiendo de si es un drogadicto u otro tipo de preso, tardan más horas o días en localizarlo en su barrio o en los lugares en los que alterna, si es que lo encuentran.
En esta ocasión ocurrió en un traslado al hospital de un interno magrebí condenado por tráfico de drogas que, supuestamente, tenía un dolor intenso en el pie.
Como en el Centro Penitenciario de Sangonera, Murcia, carecen en la enfermería de un equipo de Radiografía, lo condujeron a un hospital de la capital murciana, aunque nada más llegar a la entrada del mismo y cuando el menda caminaba flanqueado por los dos agentes, les propino sendos golpes, salió por pies, se introdujo en un coche que lo esperaba y desapareció.
No lo han encontrado y ahora las Autoridades se preguntan cómo se pudo organizar la fuga.
Pues sencillo, señores:
• Iba sin esposas, ya que esa decisión la toman los propios agentes y, parece ser, que el criterio era que este preso no debía ser esposado.
• Previamente llamaría desde prisión con algún móvil a su compi para organizar la fuguilla.
• Éste espero en el coche, y cuando el recluso salió por pies y se introdujo en el vehículo, solo tuvo que acelerar y listo.
• Y ahora a ver quién encuentra a un magrebí con medios y sin hogar fijo.
Después se extrañan que ocurran estas cosas.